Hacia una economía circular y sostenible en la Amazonía en la coyuntura COVID-19 (*)

En todo el mundo, utilizamos los recursos naturales 1,7 veces más rápido de lo que los ecosistemas de la Tierra podrían regenerarse. Un tercio de los 3.900 millones de toneladas de alimentos producidos cada año se pierde o desperdicia, mientras dos mil millones de personas enfrentan inseguridad alimentaria y las industrias de cadenas alimentarias continúan destruyendo los ecosistemas. Nuestros patrones actuales de consumo y producción son insostenibles y amenazan nuestro planeta, nuestras economías y nuestras sociedades, conjuntamente con el calentamiento global, el crecimiento de la población y las crecientes desigualdades.

La transformación de los sistemas alimentarios se vuelve necesaria, aún más antes de la pandemia de COVID-19, que ha puesto en evidencia todas las desigualdades y vulnerabilidades existentes, profundizando su alcance y combinándolos con otras problemáticas. La pandemia ha demostrado una vez más, si hubiera habido dudas, que la salud humana y del planeta y el sistema alimentario están íntimamente conectados.

En este contexto, la Amazonía está sujeta a presiones cada vez mayores que derivan de actividades informales, ilegales e insostenibles, que alimentan nuestros estándares de vida y patrones de consumo: desde la tala ilegal de madera a la minería ilegal, desde la agricultura migratoria intensiva en monocultivos a la depredación de la biodiversidad animal y vegetal, de los grandes proyectos de infraestructura al narcotráfico.

Se necesita un cambio estructural hacia modelos de producción que aprovechen de manera sostenible los recursos de la Amazonía, mejorando la calidad de vida de su población y en particular de los pueblos indígenas, proporcionando alimentos sanos para dietas equilibradas, sin afectar irreversiblemente sus recursos naturales.

Una contribución, en este sentido, podría venir de la llamada Economía Circular (EC), entendida como la actividad económica capaz de mantener en todo momento los productos, componentes y materiales en su mayor utilidad y valor. Este enfoque reduce radicalmente, o elimina, el desperdicio en los procesos productivos y permite adaptarse a un mundo con recursos limitados y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.

Al agregar valor a los materiales a lo largo de su ciclo de vida, las cadenas de valor en la Economía Circular pueden aumentar la creación de empleo, mejorar las condiciones laborales, incrementar los ingresos y reducir sustancialmente los desechos. De esta manera, la Economía Circular puede ayudar a las empresas a impulsar la innovación y la productividad, reducir los costos operativos y la dependencia de los recursos naturales del mundo, mitigar los riesgos climáticos en sus operaciones y cadena de suministro, crear ingresos adicionales a partir de productos y servicios existentes, abordar las demandas de los consumidores de prácticas de producción responsables y crear oportunidades de trabajo.

(*) Artículo publicado en la Agenda Amazonía 2021. Mes de agosto.

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