La Economía Circular no pasa por ser una moda, más bien es una necesidad que toma impulso a partir de los años 70 del siglo pasado; ha llegado para quedarse, cuya potencia de sus principios imprime el diseño y rediseño de empresas modernas con máximo aprovechamiento de los recursos.
Se estima que en nuestro país el proceso de transición va a ser lento y se cree que sólo reciclar ya es un modelo circular exitoso; pero esto no es así, es mucho más que eso. El Objetivo 12 de los ODS, es el que mejor se vincula hacia la circularidad “Producción y Consumo Responsable”; es ahí donde todos apuntamos con la única finalidad de transitar rápidamente del legado de la revolución industrial quien se sedimentó en la economía lineal.
Lo que hoy se busca es la producción responsable; pero eso sólo no sería efectivo si no luchamos por un consumo responsable de los ciudadanos, ambos deben mantener un equilibrio si buscamos éxito. Es decir, en el modelo de transición circular, el rol del consumidor es fundamental; por lo que no será posible experimentar avances significativos si el consumidor no entra en acción; de nada servirá que haya una producción con enfoque circular si nadie está dispuesto a consumir los productos y subproductos que se generan.
La Economía Circular es una oportunidad para el empoderamiento de las personas consumidoras: ser plenamente conscientes del ciclo de vida de los bienes y servicios que consumimos y de sus cadenas de valor, puede favorecer tanto nuevos hábitos de consumo más responsables, como la toma de conciencia de la fuerza colectiva de los consumidores a través de su organización y movilización. Debemos ser partícipes de una reflexión crítica permanente ante la actividad de las empresas y las instituciones y exigir regulaciones claras que posibiliten transformaciones reales en el mercado y en las cadenas de producción, de manera que los consumidores no seamos el destinatario final sino parte activa, con voz propia, en la actividad económica.
Los ciudadanos tienen un papel clave que desempeñar. Los cambios de comportamiento y los estilos de vida sostenibles son factores clave para acelerar y escalar la economía circular, por lo que los ciudadanos, los clientes y los consumidores, deben integrarse y empoderarse en los procesos de diseño de economía circular. Para que las personas se involucren en una Economía Circular, como ciudadanos, como clientes y como consumidores, necesitan que los gobiernos y las empresas proporcionen sistemas e información, infraestructura, productos y servicios diseñados de acuerdo con los principios de la economía circular. Es un camino de doble sentido.
Como consumidores, podemos y debemos ser parte activa de esa necesaria transición a una economía más justa y sostenible. Solo a través de la toma de conciencia colectiva, y la organización en la defensa de nuestros derechos, podremos exigir marcos regulatorios y de control claros, políticas públicas eficaces y prácticas empresariales transparentes y responsables. Junto a ello, nuestro papel ejerciendo un consumo consciente y ético es también fundamental.
(*) Artículo publicado en la Agenda Amazonía 2023. Mes de julio.