A partir del mes de marzo pasado, en el inicio de clases del año 2020, se escuchó hablar por las noticias de la aparición del nuevo virus, llamado “Coronavirus” o “COVID-19”. Para enfrentar esta emergencia sanitaria, el gobierno nacional decretó 15 días de cuarentena a fin de limitar el contagio de la población más vulnerable. Es así que a inicios de esta emergencia sanitaria los pueblos awajún y wampis, en coordinación con las autoridades provinciales, decidieron cerrar sus fronteras territoriales para evitar que se presenten casos del virus dentro de sus comunidades. Por ello establecieron lugares de cierre a lo largo de las carreteras entre las ciudades de Bagua y de Santa María de Nieva.
Al mismo tiempo, los jóvenes indígenas awajún y wampis que habían migrado a diferentes ciudades del país en busca de nuevas oportunidades de trabajo y también por sus estudios, quedaron desempleados y aislados. Frente a la ampliación de la inmovilización social, la falta de recursos económicos para sostener sus gastos en las ciudades, los jóvenes indígenas ubicados en diferentes regiones del país ante el anuncio de los traslados humanitarios, decidieron retornar a sus comunidades con la esperanza de que recibirían el apoyo que necesitaban.
Pero no fue así. El Gobierno Regional de Amazonas (Comando COVID-19 Amazonas) priorizó el traslado de las personas más vulnerables, es decir para los niños y los ancianos. Por lo tanto, los jóvenes no figuraban en la lista del Comando COVID-19. Debido a ello, los jóvenes decidieron en grupos retornar a pie a sus comunidades, saliendo de diferentes ciudades como Lima, Chiclayo, Trujillo, Chimbote, Jaén, Bagua entre otros.
Los jóvenes awajún pertenecen a un pueblo indígena de índole guerrera, dotado de mucha fuerza física. Además, ellos estaban muy motivados de llegar a sus casas para enfrentar la pandemia junto a sus familiares. Sabían que el camino no era nada fácil, y por esto decidieron llevar consigo solo lo necesario, es decir su ropa y algo para cubrirse del sol y lluvia durante la caminata. Los jóvenes caminantes fueron informados sobre los problemas con el traslado humanitario. Por eso, decidieron que, al llegar al territorio indígena, hubieran desviado su camino por unas zonas del bosque a fin de evadir los controles establecidos por las autoridades y llegar a sus comunidades sin que las rondas, los militares y los policías lo pudieran evitar. Y así lo hicieron. Estas condiciones determinaron que los jóvenes continuaran su camino hacia sus comunidades sin haber tenido su periodo de aislamiento, ni sus pruebas sobre el virus.
Es por todas estas razones que la expansión de la pandemia en las comunidades awajún y wampis de Amazonas se dio. También, otros factores importantes fueron la entrega de bonos familiares y los apoyos sociales como Programa Juntos y Pensión 65. Efectivamente, en estas entregas no había orden, y además la población no había sido orientada sobre las medidas de prevención y tratamiento que tenía que asumir en el caso de ser contagiadas. Frente a toda esta compleja situación, nos preguntamos: las estrategias del gobierno central como “la entrega de bonos” y “traslado humanitario” ¿fueron la mejor decisión? ¿O simplemente fue una decisión tomada sin conocer las diferentes realidades presentes en las regiones más periféricas del país y especialmente donde habitan pueblos indígenas? ¿Por qué no hubo una mejor coordinación con las organizaciones indígenas para orientar a la población en su cuidado y tratamiento?
La pandemia nos ha recordado la importancia de valorar nuestra cultura, la necesidad de restaurar y fortalecer los conocimientos tradicionales relacionados a la medicina y los sistemas de producción de alimentos, involucrando a los jóvenes en este proceso.
(*) Artículo publicado en la Agenda Amazonía 2021. Mes de marzo.